Por otra parte, también puede darse la situación de que a la empresa le compense rechazar a un cliente potencial en lugar de aceptarlo.
Por ejemplo, las políticas de los gimnasios de segmentos caros no suelen estar orientadas a los culturistas. Los culturistas son superdotados y normalmente no buscan un centro de fitness donde haya mucha orientación. Para ellos, un centro de fitness de bajo presupuesto en el que se disponga de todas las instalaciones de entrenamiento posibles es el lugar perfecto. Por lo tanto, como centro de fitness, es importante saber a quién va dirigido y a quién no.
En el pasado, los operadores de gimnasios hacían grandes inversiones en la compra de equipos de fitness. La idea era captar y retener nuevos socios asegurándose de que el equipamiento de fitness se ajustaba al público objetivo. Se esperaba que los clientes llegaran de forma natural. Pero para retener realmente a los clientes, hay que ser una buena persona; hay que saber pensar desde el punto de vista del cliente. Un empresario debe darse cuenta de que los distintos clientes hacen fitness por razones diferentes y, por tanto, también tienen expectativas y necesidades diferentes en relación con su centro deportivo.
La moraleja de esta historia es: es esencial conocer los deseos y necesidades del tipo de cliente que atrae o quiere atraer su gimnasio. Al fin y al cabo, la fidelización de clientes empieza por conocerlos bien. Si quiere servir a todo el mundo, no servirá a nadie.